Día feliz.

Domingo de Pascua de Resurrección, año 2.038. Ha vencido de nuevo el Amor.

Hoy ha sido un día redondo: no ha pasado nada malo.

Oh, happy day!

Se podría decir que soy inventor, pues dispongo de varias patentes a mi nombre.

Todo empezó a partir de mi afición a crear artefactos, máquinas y, sobretodo, a mi tiempo dedicado a la música. Me entusiasma pasar de clave de sol a clave de fa, así como alternar instrumentos de cuerda y de viento.

En realidad, lo que más anhelaba era construir una máquina del tiempo. La obsesión la tuve desde la primera vez que vi las cabinas para hacerse fotos que hay en el Carrefour. Despertaron mi imaginación y comencé a pensar en la energía que precisarían para poder moverse, el gran espacio para el combustible que sería necesario y entonces soñé viajar en el tiempo.

También quería inventar un dispositivo para que cada vez que un psiquiatra hiciera daño psicológico a un paciente recibiera una descarga eléctrica proporcional a la crueldad de sus palabras.

Es la única manera de que los malos especialistas se lo piensen antes de tratar de manera inadecuada a las personas que sufren. Pero bueno, esto está solo de manera esbozada en mi mente.

Por cierto, las teorías de Chomsky, que tantos quebraderos de cabeza han provocado, han sido superadas en estos veinte años y refutadas una a una. La lingüística ha avanzado notablemente al salir de esa caja negra en que se hallaba encerrada.

Pero el logro más importante es que estamos tú y yo, aquí, mirándonos. O mejor dicho, tú leyéndome y yo mirándote. Y ¿sabes por qué?. Porque he conseguido mirar al pasado sin convertirme en estatua y tú te has atrevido a mirar al futuro, y con esto ya hemos infringido la ley de la relatividad del espacio – tiempo. Enhorabuena.

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